Cuando los guepardos atacan a los terneros, los ganaderos van por sus armas. Veamos la solución que ha encontrado un grupo de biólogos para este conflicto entre humanos y animales, y qué papel juegan en esta los sensores de SICK.
En la naturaleza: protección de especies con sensores de SICK
Cuando los seres humanos compiten con otros animales por el espacio y los recursos, el conflicto está servido y los animales suelen salir perdiendo. Este es el caso de los guepardos en Namibia, país en el que viven unos 1.300 de estos felinos amenazados y que, por desgracia, deben compartir su territorio con las reses de los ganaderos locales. Los terneros hasta los seis meses constituyen una presa fácil para los guepardos, que no son tan robustos como otros grandes felinos, por lo que hasta ahora los ganaderos debían recurrir a las armas para proteger a sus animales. Ahora, un grupo de biólogos han podido encontrar una solución pacífica a este conflicto. Pertenecen al Instituto Leibniz para la investigación sobre la fauna cautiva y salvaje en Berlín y llevan estudiando concienzudamente esta situación especial de los guepardos de Namibia desde 2005.
El enchufe más cercano, a 150 kilómetros
Pero para saber más sobre estos grandes felinos extremadamente huidizos, deben primero capturarlos en trampas. Después son anestesiados, se los pesa y mide, se les extrae sangre y se les coloca un collar con un rastreador GPS para poder seguir sus movimientos.
«Cuando me uní al proyecto en 2005, me pasaba de cinco a seis horas al volante para mantener vigiladas nuestras ocho jaulas trampa», explica el Dr. Jörg Melzheimer, director del proyecto de protección de los guepardos. En las pistas de arena africanas, conducir es todo menos agradable y nos robaba mucho valioso tiempo de investigación. «Así que debíamos encontrar una solución, una que funcionase con 12 voltios y energía solar, ya que por allí el enchufe más cercano estaba a 150 km», relata Melzheimer. Así que este biólogo con espíritu técnico estuvo construyendo y probando distintas soluciones, pero ninguna era totalmente satisfactoria. Finalmente adquirió unas barreras fotoeléctricas convencionales de China, que a través de un microordenador enviaban un mensaje al teléfono móvil.
Pero había un problema: «los relés de las barreras fotoeléctricas hacían un clic, por lo que los astutos leopardos enseguida volvían a salir de la jaula», explica Melzheimer. «Así lo teníamos más difícil aún para atraparlos». Después de muchos quebraderos de cabeza, en la primavera de 2022 este investigador se dirigió a SICK. «Mi cometido para un fabricante de sensores como SICK debía ser coser y cantar», aún recuerda divertido. «Tenía la sensación de que el señor que había al teléfono solo tenía que abrir un cajón y sacar el sensor correcto».
Potencia máxima en formato miniatura
Aunque su uso habitual se encuentra en la automatización industrial, el sensor W4F ha desplegado todo su potencial entre los arbustos de Namibia: combina un máximo rendimiento con un formato en miniatura y funciona insensible a interferencias ópticas. «Esto también resultó ser de gran ayuda, pues los sensores anteriores abrían las puertas de la trampa cuando el sol incidía sobre ellos en algún ángulo indeseado», constata Melzheimer. «Así no podíamos atrapar a los guepardos, ya que la jaula estaba cerrada». Otra ventaja del W4F es su enorme precisión, gracias a la cual las trampas se abren en el momento exacto. De esta forma se reducía al mínimo la captura de animales indeseados de otras especies, como por ejemplo los jabalíes verrugosos y otros. Ambos problemas ocurrían anteriormente con frecuencia.
Punto de encuentro de los guepardos
Nuestra historia bien podría terminar con esta solución técnica, pero volvamos una vez más a la resolución del conflicto con los ganaderos: a lo largo de sus profundas y extensas investigaciones (en un año se habían colocado emisores GPS en unos 250 guepardos en Namibia), Melzheimer y su equipo llegaron a un descubrimiento tan valioso como inesperado, que resultó ser la clave para la resolución del conflicto entre personas y animales: "Al tener registrados los movimientos de los guepardos, averiguamos que tenían algo así como centros de comunicación», nos cuenta Melzheimer. «Se trata de unos lugares determinados en los que se reúnen, lo que podría ser como un bar de moda para los humanos». Puesto que los guepardos son seres solitarios y su densidad de población es más bien reducida, la naturaleza ha tenido que idear algo para asegurar la perpetuación de la especie. «En estos centros de comunicación, los animales buscan una pareja sexual adecuada», explica Melzheimer.
Algo parecido ocurre también con otras especies, como el caso del ciervo, si bien solo durante el celo. Los guepardos frecuentan sus puntos de encuentro durante todo el año, algo que, según Melzheimer, no se conocía hasta ahora en ninguna otra especie animal. El haber podido investigar este uso del espacio tan fuera de lo común de forma intensiva durante el periodo de 2010 a 2020 constituye una excepción: según Melzheimer, en la mayoría de los casos no es posible llegar a este tipo de descubrimientos debido a la corta duración de los proyectos de investigación o al pequeño número de animales involucrados. Y ha merecido la pena: los descubrimientos no solo han resultado ser todo un éxito para la investigación de la fauna, sino que también han sido una bendición para los guepardos: "Los centros de comunicación están distribuidos de forma homogénea con unos 25 kilómetros de separación y no suelen cambiar si no se molesta a los guepardos.
Si los ganaderos conocen dónde están estos puntos de encuentro, pueden distribuir sus rebaños por los pastos de tal forma que las vacas y sus terneros se encuentran a una distancia segura de ellos y los terneros no estén en peligro», detalla Melzheimer. El equipo consiguió convencer a los ganaderos de que este procedimiento era la mejor alternativa al uso de las armas. «Disparar a los animales en realidad es contraproductivo, ya que estos cambiarían entonces sus puntos de encuentro y ya no se podía planificar nada», cuenta Melzheimer.
El plan fue ejecutado: hoy se suministra a los ganaderos mapas con la localización de los centros de comunicación y ellos lo tienen en cuenta a la hora de mover sus rebaños, algo que en una granja namibia, con un promedio de unas 5.000 hectáreas de tamaño, no es ningún problema. El feliz resultado: el número de ataques a terneros ha disminuido aproximadamente un 80 % con respecto a la época anterior.
Trampas para animales patentadas
Sería difícil encontrar un final feliz mejor para nuestra historia, pero vamos a detenernos un poco más en los sensores de SICK: aunque no cuentan con una participación directa en la solución del conflicto entre guepardos y granjeros, su uso marcó un hito en la investigación de la fauna salvaje, al hacerla notablemente más eficiente, más efectiva y más cuidadosa de los animales.
«En mi opinión, la captura de fauna salvaje para la investigación llevaba estancada desde el siglo 18 y los sensores de SICK la han catapultado al siglo 21», explica contento Jörg Melzheimer. «Incluso hemos patentado nuestra `Smart Trap´ a principios de 2023 y ahora se utiliza en otros proyectos de investigación». La importancia de esta investigación para los animales y para los humanos queda claramente expuesta con esta emocionante historia de guepardos y ganaderos. Nos alegramos de que SICK y sus sensores hayan tenido un pequeño papel en esta investigación y puedan contribuir a la protección de las especies y quizá incluso a la convivencia pacífica entre personas y animales.
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